7/21/2012

Para Siempre (Del 1 al 16)

CAPITULO 1


Hoy hace un día precioso en Nápoles, los rayos de sol entran por la ventana y ciegan a Ángela, que dormía profundamente. Esta se levanta de la cama, se dirige hacia el reproductor de música y aprieta el play. Suena Welcome to my life de Simple Plan, el grupo favorito de Ángela. Esta se pone a bailar como una loca, cuando termina la canción, se sienta en la cama y se dice a si mismo ‹‹Hoy es mi último día en Italia, tengo que divertirme.››
La familia de Ángela decidió ir a Italia durante una semana de vacaciones, a ella no le hacía mucha gracia al principio porque quería estar con sus amigas, después pensó: ‘¿Por qué no?’ Era un lugar al que ella no había ido nunca y de repente le pareció buena idea ir, aunque fuera con los pesados de sus padres. 
Ángela se viste corriendo, se pone unos shorts, una blusa blanca y unas sandalias marrones y sale de su habitación del hotel. Justo al lado de su habitación está la de su hermano Lucas. El es más pequeño que ella, tiene nueve años pero el parece mucho mayor en lo que respecta a su forma de hablar. Es muy maduro para su edad. 
Ángela llama a la puerta de la habitación de su hermano. Sin respuesta. ‹‹Seguro que sigue durmiendo.›› piensa Ángela. Y sin pensárselo ni un minuto más esta abre la puerta de la habitación y ve a su hermano en la cama tapado con las dos mantas hasta el cuello. Ángela no puede creerse lo que ve, ‘si estaremos a más de treinta grados’ piensa. Luego se dirige a la cama de su hermano y salta sobre él gritando como una loca. Lucas se despierta de mal humor y le da manotazos a su hermana para que se levante de encima de él, le está aplastando la tripa. Pero ella resiste y empieza a hacerle cosquillas. El no puede evitar echarse a reír. 
Entonces Ángela se levanta de la cama y le saca unos vaqueros a su hermano y una camiseta azul, que le gusta mucho y se lo lanza a Lucas para que se vista. Este se mete en el baño, se viste, se peina rápidamente y sale del baño para reunirse con su hermana.

-¿Dónde vamos? -Pregunta el chico.
-He pensado que, como papá y mamá quieren ir a ver museos, nosotros podríamos coger las bicis y hacer un poco de turismo.- Aclara Ángela.
-Me parece bien, los museos son un rollo. Vamos a decírselo a papá y a mamá.
-Vale, estarán desayunando. 

Salen de la habitación y recorren el pasillo rápidamente. En la puerta del restaurante/cafetería/bar (a cada hora del día el salón tiene una función distinta) un chico que tendrá unos diecinueve años sonríe a Ángela, esta le devuelve la sonrisa tímidamente. 

-Acompañarme.- Les dice el chico en italiano. 
Lucas y Ángela se miran un poco confusos y el chico les hace un gesto con la mano para que lo sigan.

No ven a sus padres por ninguna parte, así que deciden sentarse solos en la mesa que el camarero les ha indicado. Cuando este por fin los deja solos los hermanos se levantan para servirse el desayuno. Hay bufete. A Lucas le encanta el bufete, siempre se llena el plato al máximo, que no le cabe nada más y se levanta dos o tres veces para repetir. En eso el chico es como su padre. Ángela se dirige hacia las maquinas de zumo y se sirve mitad vaso de zumo de piña. Luego se acerca a la mesa donde hay dos o tres jarras enormes de leche y se sirve un poco en un bol, luego se desliza un poco más por delante de la mesa y se echa cereales de chocolate en la leche. Mientras se dirige hacia la mesa, observa como su hermano disfruta llenándose el plato. Se sirve cruasanes, cereales, huevos con bacon, mini salchichas Frankfurt y ahora se dirige a la parte de los dulces. La cosa es que el come muchísimo pero no engorda nada, está flaquísimo. 
Cuando ya están en la mesa aparecen sus padres por la puerta, estos parecen no haber visto a sus hijos y se van hacia el lado opuesto, entonces Ángela grita: 

-¡Papá, mamá, estamos aquí!
Todo el mundo dirige su mirada hacia Ángela y esta enrojece un poco.Sus padres se giran de repente y los ven sentados en una mesa al lado de una de las grandes ventanas. 

-Hola hijos, que pronto os habéis levantado hoy. –Dice Carmen, la madre de Ángela y Lucas. 

Mientras tanto el padre ya está haciendo cola en el bufete. La madre se sirve un café y unas tostadas y se sienta con sus hijos.

-Bueno chicos, hoy vamos a ir a ver el Vaticano, en Roma. Será un viaje largo y tendremos que coger el bus. ¿Vais a venir con nosotros?
-Verás mamá- interviene Ángela- Lucas y yo hemos pensado en ir a dar una vuelta en bici por la costa para conocer a gente, sería más divertido que ir al Vaticano. Nos quedaremos por aquí por Nápoles e iremos a la playa. 
La familia está hospedada en un hotel de cinco estrellas en el centro de Nápoles, a una media hora de la playa en bici, no les costará mucho llegar hasta allí.

-Como queráis hijos, pero tendréis que comer solos… y no…
-No pasa nada, -interrumpe su hija.- Comeremos en un bar cerca de la playa. Nos las apañaremos. 
-Bien, sube a mi habitación y coge mi monedero rosa. Así os lleváis algo de dinero. 
-Vale mamá.-Dicho esto, Ángela sale del restaurante, entonces tropieza con el chico que les ha acompañado antes a su mesa. El chico se disculpa y Ángela le sonríe tímidamente. La verdad es que ese camarero no está nada mal, la cosa es que no entiende nada de lo que le dice. 
Ángela se dirige directamente hasta el ascensor, que aunque sus padres tengan la habitación en la primera planta, no le apetece subir por las escaleras. 
En menos de cinco segundos ya ha llegado a su destino. Se detiene delante de la puerta de la habitación de sus padres. ‹‹124, espero que sea esta›› 
Los padres de Ángela se cogieron la habitación en la planta más baja porque no les gustan mucho las alturas, y aunque les costó mucho pensárselo, dejaron que sus hijos se hospedaran tres plantas más arriba. 
Ángela entra en la habitación y se pone a registrar los bolsos de su madre hasta que encuentra un monedero rosa de Dior. Lo coge, apaga las luces del cuarto y cierra la puerta. Cuando llega al restaurante su hermano sigue comiendo.

-Lucas, deja de comer que luego no podrás ni moverte y nos espera un largo trayecto en bici.
Entonces su hermano deja de comer, se levanta y ambos suben a su habitación y se preparan una mochila cada uno con todas las cosas que quieren llevarse a la playa. Ángela coge su bikini, unas chanclas, un sombrero, su bolso de playa, el móvil, la toalla y más cosas para pasar el tiempo como su ipod, su libro de los juegos del hambre y su nintendo rosa. Su hermano hace lo mismo y salen de la habitación. Vuelven al restaurante a despedirse de sus padres.

-Chicos, no hagáis ninguna locura. Ángela cuida de tu hermano e ir con cuidado.- Dice su madre entristecida. 
-Que si mamá… que no te preocupes. No nos pasará nada.- La tranquiliza Ángela.
A continuación le da un beso en la mejilla y después a su padre. Su hermano hace lo mismo y salen del restaurante cogidos de la mano. 
-¡Pasarlo bien!- Grita su madre.Pero sus hijos no la han oído.
Cuando salen del hotel se paran delante de un local para alquilar las bicicletas. Tienen que dejar algún objeto de señal. Ángela deja su pulsera de plata que le regalaron sus amigas para su cumpleaños, es preciosa, tiene varios colgantes y uno de ellos es una ‘A’ de Ángela. Y su hermano deja su reloj de pokemon
Salen de la tienda y Ángela saca un pequeño mapa de su mochila. Cuando ya sabe la dirección que tienen que tomar deja el mapa en la pequeña cesta que hay en la parte delantera de su bici y se encaminan hacia la playa.
Ángela se siente libre, el viento le golpea en la cara y su largo pelo rubio se le mueve de un lado a otro.

-Vamos Lucas, ¡date prisa, que a este paso llegaremos al año que viene!- Le grita su hermana.
Entonces Lucas pedalea lo más rápido que puede y adelanta a su hermana. 

-¿Qué decías hermanita?- Bromea Lucas. Te hecho una carrera hasta el próximo Stop.
-Valeeeeeee…-Contesta su hermana pedaleando más rápido.

Lucas se está cansando de pedalear, no le gusta mucho hacer ejercicio, pero no puede dejar que su hermana le gane, así que no deja de hacerlo y es el primero en llegar al Stop.

-Me has ganado, al volver haremos otra carrera, ¡quiero la revancha!- Protesta su hermana.
-Vale, ¡qué mal perder tienes!
Pasan todo el viaje discutiendo y haciéndose la puñeta. De repente Lucas grita:
-¡Ya veo la playa! ¡Es genial! Ángela llega hasta él y para a su lado.
-Vaya, es preciosa…
Es una playa perfecta, la arena es muy blanca y el mar está muy azul además hace un día muy soleado y el mar está brillante. Parece que estén contemplando una bonita postal. Ángela está muy cansada y tiene mucha sed. Le propone a su hermano acercarse al chiringuito más cercano. 
La verdad, también es precioso. El suelo es de madera y las paredes que rodean el bar son blancas y están decoradas con muchas fotos y posters. 
Ella y su hermano se sientan en la terraza. Casi al instante aparece un camarero para pedirles nota. Ángela pide una cerveza y su hermano una botellita de agua. 
El camarero sonríe a la chica, esta le devuelve la sonrisa. Su hermano los mira atónito y resopla. 

‹‹Vaya, es guapísimo… moreno, ojos verdes, cuerpo diez… ›› piensa Ángela a la vez que se le escapa una sonrisa. A los diez minutos vuelve el camarero con lo que los chicos les habían pedido en una bandeja en la mano. 
El camarero vuelve a sonreír a Ángela, esta se sonroja y baja la mirada. Cuando el camarero se está alejando Ángela coge su vaso y le da un trago a la cerveza, se moría de sed. Entonces se da cuenta de que hay algo escrito en el vaso con permanente negro. 
Ángela no se lo puede creer, el camarero le ha escrito su número de teléfono. Encima la está mirando desde la barra y le sonríe.



CAPITULO 2

-Que miedo me da ese chico, Ángela.- dice su hermano.
-La verdad que da un poco de mal rollo.

Y sin pensárselo ni un minuto más, Ángela se levanta de su mesa, coge a su hermano del brazo y ambos se dirigen al servicio. Solo hay uno y encima hay que pagar. Lucas entra primero y se pone el bañador y sus chanclas. Mientras su hermana va a pagar. Cuando ve que su hermano sale, entra Ángela. Esta se lava la cara, se desnuda y se pone su bikini de estampado africano que tanto le gusta. Después se pone sus shorts y sus chanclas y sale del baño. Su hermano la espera sentado en una silla viendo la tele.

-Vamos Lucas, vamos a bañarnos.
Su hermano asiente y los dos se dirigen hacia la playa.
Ángela tiende su toalla en la arena y se tumba encima de ella con el sombrero puesto y las gafas. Su hermano en cambio sale disparado hacia el agua.

Ángela aprovecha la tranquilidad para pensar en lo ocurrido los últimos días en Italia. Piensa en Marco, un chico que conoció en Florencia, fue súper romántico. Ella entró en una tienda para comprar los regalos para sus amigas.‹‹Vaya, este colgante es precioso.›› Piensa mientras lo sujeta en las manos. ‹‹Cogeré tres, uno para cada una de mis amigas››Sus padres decidieron entrar en la tienda de al lado para comprar los regalos a la familia.Entonces cuando se gira para dirigirse a la caja para pagarlo, un chico alto, rubio y de ojos azules se choca contra ella y se le cae uno de los collares al suelo.

-Ve con más cuidado.- Le dice ella en español, y esta se queda de piedra cuando él le contesta en un español casi perfecto.
-Lo siento mucho.- Entonces él se agacha para coger el collar y se lo da con cuidado.- Soy muy torpe.

Ángela se queda muda. Habla español pero es italiano, seguro. Su acento lo delata.

-No pasa nada.- Le dice ella mientras coge el colgante.
-Soy Marco… ¿y tú eres…?-Ángela.- Contesta ella mientras le da la mano.

Hay que ver que atrevidos son los italianos, piensa esta mientras se pone crema en las piernas, y se le escapa una risita pensando en el camarero del bar que le dio su número de teléfono hace unos minutos

Ángela vio a Marco al día siguiente en la playa y este le dio su teléfono. Quedaron esa noche en una discoteca situada en la playa
A sus padres les costó dejarla que fuera, pero al final cedieron. Sus padres la llevaron en coche, estaba a unos quince minutos.Marco le presento unos amigos a Ángela. Se lo pasó realmente bien y conoció mejor a Marco. 
La discoteca era genial, estaba en la playa al lado de un chiringuito, había muchísima gente y estaban todos muy borrachos porque había barra libre. Bebieron mucho y bailaron sin parar. Al terminarse la última copa, Ángela se fue y se sentó en una piedra en la arena. Estuvo un rato ahí sentada. Marco la buscó por toda la discoteca, entonces Martina, una amiga suya le dijo que Ángela había salido fuera un rato porque estaba mareada. 
El salió corriendo de la discoteca y la vio sentada en una piedra. Caminó deprisa hacia ella.

-Ángela, ¿estás bien?- Pregunta Marco un poco preocupado.

Esta que tiene los ojos llorosos y se le ha corrido el rímel se gira y lo ve. Es guapísimo.

-¿Eh? Sí, estoy bien. Solo estoy un poco mareada.

Antes de que Marco pueda contestarle, Ángela sale corriendo y vomita al lado de una palmera. Marco corre detrás de ella y le ayuda a levantarse. Ángela se echa a llorar y Marco la abraza.

-¿Tienes un chicle?- Pregunta Ángela al chico.- Es que mi madre seguro que me huele el aliento.
-Claro, coge los que quieras.- Y este le ofrece un paquete de chicles de menta.
-Gracias.- Dice Ángela mientras coge un chicle.

Los dos se sientan en el suelo y hablan durante una hora. Marco le contó que él es italiano pero tiene familia en España y va muy a menudo. Más tarde, Marco se tumba en la arena y le dice a su amiga:

-¡Mira cuantas estrellas hay!
Ángela se tumba a su lado y mira al cielo.
-Vaya… es verdad.
Después dirige su mirada al chico. Le encanta su mirada, esos ojos azules oscuros le enamoran. Entonces sin pensárselo ni un segundo, Ángela se vuelve hacia él y el la mira. Entonces el se gira y se acerca a la chica. Ángela cierra los ojos y lo besa dulcemente. Pero algo les interrumpe. Es el móvil de Ángela. Suena a todo volumen la canción de drive by de train. La chica se separa de Marco y se pone a rebuscar el móvil en su bolso. Se está poniendo nerviosa, no lo encuentra. Entonces se da cuenta de que lo tiene en uno de los bolsillos de sus shorts. Lo saca nerviosa y responde:

-¿Si? ¿Quién es?
-Hija, soy mamá. ¿Dónde estás? ¿Ya vienes?
-Ah… si, hola mamá. Es... estoy en la playa, si… ya voy, en una media hora… llegaré.- Balbucea Ángela.
-Estamos muy preocupados, ven enseguida.

Entonces los dos se levantan y se dirigen al hotel donde está Ángela hospedada. Están media hora andando pero a Ángela se le ha pasado muy rápido, Marco le cuenta muchas cosas y así consigue distraerla. En la puerta del hotel Ángela vuelve a besar a Marco y se despide de él.
-Marco, no sé si nos volveremos a ver, pero ha sido increíble conocerte. 
Entonces este vuelve a besarla y coge un bolígrafo y un papel de chicle de su chaqueta y le escribe su Messenger.

 -Hablaremos por Messenger.- Dice Marco.
-Claro, adiós Marco.- Se despide la chica.
-Adiós Ángela.

Ángela sigue tumbada en la toalla cuando su hermano le dispara con su pistola de agua. Esta se levanta rápidamente y le empieza a gritar a su hermano.-

¿Qué has hecho? Descerebrado. Me has mojado toda. Joder que fría está.
-Venga no seas tonta y metete conmigo en el agua. ¡Está buenísima!

Ángela asiente, ha estado media hora tumbada y se ha quemado las piernas. Esta coge la crema, se unta los hombros y la tripa de crema y entra en el agua muy despacio. Pero entonces su hermano empieza a salpicarla. Ángela empieza a gritar y persigue a su hermano hasta que consigue cogerle un pie. Este se queja e intenta escapar, pero no puede. Ángela lo estira hacia ella y comienza a hacerle cosquillas en el pie. Su hermano empieza a reírse pero la chica no lo suelta, entonces, cuando Lucas está empezando a llorar de la risa, Ángela lo suelta y se va nadando hacia otra dirección. 
Siguen jugando un rato más en el agua hasta que Ángela le dice a su hermano:

-¿Salimos? Tengo las manos como pasas.
-Vale, ¿jugamos con las raquetas?
-Valeeee, ¡te voy a ganar!- Grita Ángela.

Después de estar media hora jugando, la chica se sienta en la orilla de la playa. Su hermano hace lo mismo.
-Estoy cansada.
-Sí, yo también.
-¿Vamos a comer algo? Son las dos.
-Vale, me muero de hambre, me comería un jabalí. 
-Eres un exagerado.

Los dos se dirigen hacia el restaurante que han estado antes. 

-Voy a ir al baño antes de entrar.- Dice la chica.
-Vale, te espero aquí.

Ángela entra en el baño y cierra el pestillo. Se lava la cara y se recoge su largo pelo con una coleta. Se pone una camiseta blanca encima del bikini y sale a reunirse con su hermano. Este se ha sentado en la mesa donde se habían sentado antes.

-¿Qué te apetece comer?- Le pregunta Ángela.
-Quiero tallarines a la carbonara.
-Pero si hemos comido pasta todos los días. Pídete algo diferente.
-No, estamos en Italia, y aquí se come pasta.
-Bueno, tú mismo. Yo voy a pedir lasaña.
-¡Yo también quiero lasaña!- Protesta su hermano.
-Jaja lo sabía…

Entonces aparece el camarero para pedirles nota. Ángela no se lo puede creer. ¡Es el camarero de antes! Este le guiña un ojo y Ángela le sonríe. El camarero les toma nota y se aleja.

-Hermanita, ese tío quiere algo contigo.
-Pues se va a quedar con las ganas.

Entonces Ángela nota que le vibra el móvil en el pantalón. No se lo puede creer. Es Miriam, una de sus amigas.

Eymiri! ¿Qué pasa cielo?
Holaaaaaaaaaaaa preciosa!
-Le grita su amiga Miriam desde el otro lado del teléfono.
-Estamos aquí todas en el parque, te echamos de menos. ¿Cuándo vuelves?
-Jo, que guay, me encantaría estar con vosotras ahí. Vuelvo mañana. Cuando llegue iré a buscarte y luego iremos a por Silvia y Bea.
-Vale cariño, ¡quiero verte ya! 
-Yo también a ti. ¿Cómo está Bea? ¿Se ha recuperado ya de su esguince?
-Sí, ahora va a rehabilitación todos los días.
-Bien, chicas. Tengo que dejaros, que voy a comer.
-Vale Ángela. Nos vemos mañana. Pásalo bien. 

Y entonces se oye desde el otro lado del teléfono la voz de tres chicas a la vez:

-¡Te queremos!
-Yo también a vosotras chicas, tengo que dejaros. Un beso.

Y Ángela cuelga el teléfono. Como le gustaría estar con sus amigas ahora mismo. Son las mejores. Siempre le hacen reír. Sobretodo Miriam, es la más divertida y atrevida. Un día iban ella y Ángela por la calle y a Miriam se le ocurrió colgarse un cartelito del cuello, ponía: ‘I WANT A HUG.’ El cartel resultó todo un éxito. Solo la abrazó gente joven que sabia el significado. La primera en darle el abrazo fue su amiga, pero después dos chicos la abrazaron también. Fue tremendo, se rieron muchísimo.

 -¿Eran tus amigas?- Pregunta su hermano.
-Sí, están loquísimas.



CAPITULO 3

El camarero aparece con una bandeja en la mano. La deja encima de la mesa y les sirve los platos. Después les pone agua en los vasos.

-Grachie. –Dice su hermano con mucha educación.
Ángela no puede evitar reírse, le ha hecho mucha gracia el acento de su hermano. 
-¿De qué te ríes?- Protesta su hermano.
-De ti.- Le dice ella mientras se mete un trozo de lasaña en la boca.
-mmm Que buena está.- Le dice su hermano, que la acaba de probar también.
-Sí, pero la de la abuela está mejor.
-Eso es verdad, la abuela hace la mejor lasaña del mundo.

Los dos ríen. 
Entonces suena otra vez el móvil de Ángela, pero esta vez es un mensaje. 
¡Es de Marco! ‹‹Te echo de menos.›› Vaya, que detalle, ese chico es una monada. A Ángela le gusta mucho, lástima que no lo vaya a volver a ver. 
Ángela le contesta ‹‹Yo también a ti, me encantaría volver a verte algún día. Besos.›› Luego guarda el móvil y mira a su hermano. 

No puede ser…
-¡¿Ya te has terminado la lasaña?!
-Sí, estaba muy buena. 
Su hermana resopla y se termina su lasaña rápidamente.

-Quiero postre.- Dice su hermano.
-Está bien.
Ángela llama al camarero, este acude rápidamente con la carta de los postres, parece que les haya leído el pensamiento.
Lucas pide tarta de chocolate y Ángela tarta de queso. El camarero lo anota y de dirige hacia la cocina. Al rato aparece con los platos. Cuando Ángela y Lucas terminan el postre pagan y salen del restaurante.

-Estoy tan cansada, me echaría una siesta ahora mismo.- Dice Ángela a la vez que bosteza.
-Pues volvamos a la playa y te tumbas en la toalla.
-Vale.-Pero esta vez túmbate boca abajo, ¡que tienes todas las piernas rojas por delante!

Su hermana se ríe y asiente.Se acercan al sitio donde estaban antes. Ángela tiende la toalla y se tumba, y su hermano vuelve a meterse en el agua. Sin darse cuenta, Ángela se ha quedado dormida, y lo peor de todo es que su hermano ha salido del agua y le ha puesto tres piedrecitas a su hermana en la espalda y se le ha quedado la marca. Este no puede parar de reír, y aunque a Ángela no le haya sentado muy bien, también ríe. 
Le encanta pasar tiempo con su hermano, aunque se lleven bastantes años. Ella tiene diecisiete y él solo nueve. Pero se lo pasan genial juntos.

-Son las cinco de la tarde, ¿por qué no damos una vuelta por las tiendas?
-Vale, así les compramos algo a papá y a mamá.

Lucas y Ángela van paseando cerca de las tiendas. Primero paran en una de dulces, su hermano se compra un cruasán con chocolate y Ángela unas cookies. Después Ángela se compra un bolso grande marrón y su hermano una camiseta de The Beatles, a su hermano le encantan, aunque sea pequeño, se sabe todas sus canciones. Y por ultimo Ángela le compra a su madre un monedero muy bonito, es blanco y tiene dos florecitas pequeñas bordadas a mano en una de las puntas. Entre los dos hermanos deciden comprarle a su padre una bolsa repleta de chucherías, que es el regalo que más ilusión le haría.Sin darse cuenta se ha hecho muy tarde.

-Son las siete, Lucas. Tenemos que volver.
-Vale. 

En esos momentos suena el teléfono de Ángela.

-Mamá, ya vamos para allá. 
-Vale chicos, no tardéis.

Ángela cuelga el teléfono y le hace un gesto a su hermano para que se den prisa. Los dos se suben a la bici y se dirigen hacia la tienda en la que alquilaron las bicis.

Cuando llegan el hombre de la tienda los recibe con una sonrisa. Este se arrodilla delante de las bicicletas y comprueba que están en buen estado. Cuando termina, se levanta, se esconde detrás del mostrador y al salir, los sorprende a los dos mostrándoles una sonrisa de oreja a oreja. Ángela mira a su hermano, está alucinando con ese señor. Parece un hippie. Lleva una larga barba blanca y una camisa muy ancha de colores. Es muy peculiar. Su hermano la mira y suelta una risita. Este se tapa la boca con la mano y a continuación se pone muy serio. El hombre hippie saca un pequeño sobre de un cajón, lo abre y saca la pulsera que dejó Ángela de señal para que el hombre pudiera fiarse de ellos y prestarle sus bicis, y después le devuelve el reloj a LucasÁngela sonríe al hippie y ambos salen de la tienda. 

Caminan durante cinco minutos y llegan al hotel. 
Sus padres se alegran de verlos. La madre les dice que se vayan a sus cuartos, que se aseen y que bajen con ellos a cenar. Estos obedecen y en media hora ya está toda la familia reunida en el restaurante del hotel. 
Cenan pizza, como casi todos los días. Durante la cena, Carmen cuenta emocionada a sus hijos el viaje a Roma por el vaticano. Ángela les da los regalos a sus padres mientras Lucas les cuenta lo que han hecho durante todo el día. Empezando por la carrera de las bicis, su baño en la playa, la marca de las piedrecitas en la espalda que le hizo a Ángela y por supuesto lo del camarero que le dio su número de teléfono a su hermana. Su madre se escandaliza, pero Ángela la tranquiliza diciéndole que no ha pasado nada. La verdad es que su hermano podría haber omitido esa parte… Cuando terminan de cenar, su madre les advierte:

-Chicos, antes de iros a dormir, preparar las maletas, que tendremos que salir temprano del hotel.
-A las nueve os quiero ver en recepción con las maletas e iremos todos a desayunar. A las diez y media pasaran a recogernos.- Aclara Pedro, el padre de los chicos. 
-Valeee…- Asienten sus hijos a la vez.
-Bien, buenas noches chicos, que descanséis.- Se despide Carmen.
-Buenas noches.

Lucas y Ángela se dirigen a sus habitaciones. Sus padres han decidido quedarse un rato más en el restaurante para tomarse un café. En el ascensor están muy calladosEntra una pareja Inglesa y les incomodan un poco. Por fin llegan a la tercera planta. Lucas y Ángela salen rápidamente del ascensor y sacan las llaves de la habitación.

-Buenas noches, Lucas.- Se despide su hermana.
-Buenas noches.

Los dos entran en silencio en sus habitaciones. Ángela está muy cansada. Cuando entra se tumba en la cama. Pero entonces piensa en lo que les han dicho sus padres sobre las maletas. Entonces se levanta con desgana y empieza a doblar su ropa y a meterla en la maleta con cuidado. Los regalos los pone en un bolsillo pequeño que hay en la parte superior de la maleta. ‹‹Así será más rápido sacarlos.›› Piensa Ángela. 

Cuando termina de prepararse todas sus cosas se pone el pijama, se lava los dientes y se mete en la cama.




CAPITULO 4 

A las ocho de la mañana le suena la alarma a Ángela. Esta se levanta rápidamente, se ducha, se viste, coge las maletas y sale de la habitación.
Llama a la habitación de su hermano. 
-¿Puedo pasar?- Grita Ángela desde la puerta.
-Espera, que ya estoy.- Contesta su hermano mientras abre la puerta y sale cargado de bolsas.
-¿Por qué no te has puesto las bolsas de los regalos en la maleta?
-Porque no me caben. ¿Me las guardas tú?
-Valeee.- Dice Ángela mientras coge sus bolsas y las guarda en su maleta.
-Venga bajemos, que son las nueve y cuarto y papá se enfadará.

Los dos hermanos suben al ascensor cargados con las maletas y vuelven a encontrarse con la pareja inglesa que vieron anoche. Silencio incomodo.
Por fin llegan a la planta baja y encuentran a sus padres en recepción. 

-Un cuarto de hora tarde.- Remarca su padre enfadado.
-Lo siento, ha sido culpa mía. Me faltaba guardar los regalos.- Se disculpa Lucas.
-Venga, vale.- Dice su madre.- Vamos a desayunar.

Su padre y su hermano disfrutan del último día de bufete. Se llenan los platos más que nunca.

-Creo que voy a explotar.- Dice Lucas mientras se come el último cruasán.

Carmen y Ángela miran escandalizadas como Pedro y Lucas comen. 

-Parece que no hayan comido desde hace meses.- Le susurra Carmen a su hija.
-Es verdad, les va a sentar mal.

Cuando terminan el desayuno, la familia vuelve a recepción, recoge sus maletas y esperan a que venga el taxi a recogerlos.A las doce llegan al aeropuerto. 

-Venga chicos, vamos a facturar las maletas.- Dice su madre con entusiasmo. 

A las dos y media suben al avión. 

-Mamá, ¿juegas a cartas conmigo?
-Hijo, quiero dormir. Estoy cansada. Díselo a tu padre.
-Valeee.- Responde su hijo un poco cabreado. 

Nadie quiere jugar con él a cartas. Su hermana está leyendo un libro, su madre quiere dormir… Solo le queda su padre. El problema es que los separa el pasillo.

-Papá, ¿juegas a cartas conmigo?
-Venga, vale. ¿Cómo lo hacemos?Lucas mira a su hermana y le dice:
-Ángela, cambia el sitio a papá… por favor.- Le suplica el chico.
-Ufff… Venga vale.- Ángela resopla y se cambia de sitio.

Se sienta al lado de una pareja de ancianos italianos. Ángela cierra los ojos intenta dormir pero no puede evitar pensar en Marco. En lo que han pasado juntos durante esa semana y que ya no podrán verse nunca más. Se pone muy triste al pensarlo. Pero por otro lado se alegra de volver, por sus amigas y por Sergio, el hermano de Bea. Siempre le ha gustado mucho ese chico. Pero el nunca se fijaría en Ángela porque es más mayor. Tiene diecinueve años y está en la universidad. Sus amigas no saben lo que siente Ángela por el hermano de Bea, pero pronto lo sabrán.



CAPITULO 5

En casa de Bea…

-Hola Sergio. ¿No vas a salir hoy?- Le pregunta Bea a su hermano.
-No, mañana tengo el examen de historia y tengo que estudiar mucho.

Su hermano suspendió el examen de historia en la universidad y tiene que recuperarlo el uno de Julio. Un lunes a las ocho de la mañana.

-Ah sí, es verdad. Que tengas suerte, hermanito.

Bea se va a su cuarto y se conecta al ordenador rápidamente.

Bea es la más lista de las cuatro amigas. No ha suspendido nunca nada, ni un solo examen. Pero tampoco es que sea una empollona, simplemente es inteligente y saca excelentes en todo. La sigue Ángela que es de notable para arriba, pero a ella le cuesta más conseguir esas notas. Estudia muchísimo y entre semana no sale de casa. Después está Miriam, que aprueba todo pero muy justito, en lo único que destaca más que las demás, es en inglés. Le gustaría ser filóloga algún día. Y por último Silvia, ha suspendido dos asignaturas para recuperar en septiembre, matemáticas e inglés, pero sabe que con la ayuda de sus amigas, podrá aprobar. A esta le van más los deportes. Es una atleta total. Baila, juega al futbol y al tenis y participa en muchísimas competiciones de atletismo. En eso nadie la supera.

Solo está conectada Miriam al Messenger.

-Hola Miri.
-Hola Bea la fea.
-Te odio.
-Yo te quiero mucho (guiño mandando un beso)
-Bueno, cambiemos de tema. Hoy viene Ángela de Italia, tenemos que ir a verla. ¿Cómo quedamos?
-Ella me había dicho que vendría a buscarme y que pasaríamos a por ti y a por Silvia.
-Ah, vale. Pues nos quedamos en mi casa un rato y jugamos a la wii. ¿Qué te parece? Por cierto, ¿qué es de Silvia? Últimamente no se conecta mucho.
-Ah, vale. Me parece genial, me encanta ese juego. Creo que sus padres le quitan el internet todas las mañanas para que estudie.
-Ah, pobre.
-Ya ves, tenemos que ayudarla a aprobar. No vaya a ser que repita y se quede en primero de bachillerato.
-Bien, algún día quedaremos con ella y la obligaremos a empollar.
-Jaja, vale. Te dejo, bea. Que han llegado mis padres y voy a comer.
-Vale, llámame cuando estéis de camino a mi casa.
-Vale, chao. (emoticono sonriente)

En la misma casa, en la habitación de al lado…

Sergio está desesperado, no consigue aprenderse las veinte páginas que tiene que estudiarse de historia para mañana. En ese momento suena su teléfono.
-Hola Celia.- Le dice Sergio a su amiga de la universidad.
-Hola, ¿estás igual de estresado que yo?
Celia también tiene que recuperar una asignatura mañana, pero ella tiene que hacer matemáticas.
-Estresado es poco, estoy frustrado. No entra nada.
-Yo no sé hacer nada de mates, no las entiendo.
-Pues tú no tienes que estudiarte veinte páginas de historia. ¡Vaya caca!
-Lo sé. Te llamaba para preguntarte a qué hora paso mañana a por ti…
-A las siete, ¿te parece bien?
-Claro, ahí estaré. No me hagas esperar.
-Vale, te dejo. Adiós.

En ese momento su hermana Bea llama a su puerta.
-Sergio, ¿Puedo pasar?
-Sí, adelante.
-¿Estás estudiando?
-Estaba…
-Ups, perdona, ¿te molesto?
-No, venga. ¿Qué quieres?
-¿Puedes dejarme tu mando de la wii? Es que esta tarde vamos a venir a jugar al just dance yo y mis amigas y yo solo tengo tres mandos. Por favor, déjamelo.
-Está bien, cógelo, pero no lo rompas. ¿Ya ha vuelto tu amiga del viaje?
-Sí, bueno. Viene esta tarde…
-Ah, vale. Está en el primer cajón de ese armario.- Le señala su hermano.


A Sergio le gusta mucho Ángela, la amiga de su hermana. Desde aquel día en el cine…



CAPITULO 6

Ángela intenta dormir, pero no puede. La pareja de ancianos que están sentados a su lado en el avión no paran de gritar y discutir. La mujer tiene muy mal genio y Ángela está de los nervios de oírlos.
 No le gustan nada los aviones y encima no puede dormir. Cierra los ojos y piensa en Sergio, solo puede pensar en él, en que en unas horas probablemente lo vea en casa de Bea. ¡Qué nervios! La verdad es que no había vuelto a hablar con él desde aquel día en el cine, hace ya casi dos meses.
La abuela de Ángela había muerto y era el primer día que sus amigas la convencían para salir de casa. Ángela tenía muy buena relación con su abuela, su muerte la afectó muchísimo y esta no salió de casa durante tres semanas.
Sus amigas fueron a buscarla a su casa un día y la convencieron para ir al cine. Le alegraba saber que sería Sergio quien las llevaría al cine. Las cuatro chicas entraron en la sala y Sergio se quedó fuera en un bar.
Cuando empezó la película Ángela se echó a llorar porque al principio salía una niña paseando con su abuela y las atracaron cerca de una estación de trenes. Mataron a la abuela, le quitaron el dinero que llevaba encima y la niña se quedó sola.
Ángela no podía parar de llorar, así que les dijo a sus amigas:

-Chicas, yo me voy fuera. Os esperaré en el bar para cenar.
-No, Ángela, no vamos a dejarte sola.- Le dijo Miriam.
-Tranquilas chicas, se quedará con mi hermano.- Dijo Bea.

Ángela salió de la sala y se dirigió al bar. Sergio al verla se quedó un poco sorprendido. Levantó su mano para que supiera que estaba ahí. Ángela sonrió y se sentó en la mesa que estaba Sergio, justo en frente de él.

-¿Qué te ha pasado? ¿Por qué has salido de la película?- Le preguntó el chico curioso.

Entonces Ángela se echó a llorar de nuevo. Le daba mucha vergüenza llorar delante del chico que le gustaba pero no podía evitarlo, las lágrimas le resbalaban por la mejilla una tras otra. Sergio al verla se sentó a su lado y la abrazó. Esta seguía llorando. Entonces Sergio sacó un pañuelo de su bolsillo y le secó las lágrimas. Estaban muy cerca uno del otro pero no pasó nada. Estuvieron hablando durante una hora y media. Sergio le contaba cosas graciosas para animarla. Fue entonces cuando empezó a sentir algo por aquella chica. Se aproximaron más y más, pero justo antes de que pudieran besarse, aparecieron Miriam, Bea y Silvia. Sergio se levantó rápidamente y se sentó otra vez en su sitio. Sus amigas juntaron una mesa y se sentaron con ellos a cenar.
Ya no habían vuelto a hablar desde aquella noche. Se quedó todo así.
Los dos se quedaron con ganas de aquel beso que nunca sucedió. Y sus amigas no se enteraron de nada. 


En ese momento, una de las azafatas anuncia que van a aterrizar, esto hace bajar de las nubes a Ángela, que se había quedado absorta en sus pensamientos.
Ángela al oír esto, respira hondo y echa la cabeza hacia atrás. Es la parte que más detesta, el aterrizaje. 




CAPITULO 7



En casa de Miriam…


Miriam está muy nerviosa, estaba hablando con un chico por el chat que conoció por internet, se llama Héctor. Han estado hablando durante meses y se lo cuentan todo. Pues el caso es que Héctor vive en un pueblo muy cerca de donde vive ella y le ha propuesto quedar para conocerse en persona.
Miriam no se lo esperaba, al principio sintió miedo, pero luego pensó ‹‹Si lo conozco, no tengo porque asustarme.››
La verdad, tiene razón. Han hablado lo suficiente como para confiar el uno con el otro.
La chica se tumba en la cama. Sigue pensando en Héctor. Le gusta muchísimo, la verdad.
De repente le suena el móvil. Es Ángela.

-Hola preciosa.- Le dice Miriam.
-Hola Miriam, ya he bajado del avión.
-Vale, tengo ganas de verte.
-Sí, me ducharé y voy a tu casa.
-Vale, hasta luego.-Se despide Miriam.
-Adiós cielo, te veo luego.

Miriam cuelga el teléfono, se levanta de la cama y se mete en el cuarto de baño. Tiene que depilarse, ducharse y pintarse las uñas antes de salir.

Mientras se depila, Miriam decide llamar a Bea para contarle que Ángela ya ha bajado del avión y que no tardará en llegar a casa. Se sienta en un taburete y pone el altavoz. Hablan durante un cuarto de hora. Lo que le cuesta a Miriam depilarse. Ésta le ha contado a Bea lo de Héctor. Bea se ha puesto muy contenta, porque su amiga siempre hablaba de él. Es genial que al final puedan conocerse en persona. Las dos amigas se despiden y Miriam se mete en la ducha.
Al salir se enrolla el pelo con una toalla y después el cuerpo con otra. Se sienta en el mismo taburete y se pinta las uñas rápidamente.
Sale del baño, va a su habitación y se viste. Se pone unos shorts vaqueros, una camiseta de tirantes blanca y sus vans rosa.


En casa de Bea…

-¡Mamá!- Grita Bea desde la escalera.
-¿Qué quieres?- Responde Antonia, la madre de Bea.
-¡¿Dónde están mis shorts rosa?!
-Tienen que estar en tu armario Bea, acabo de poner la lavadora y no estaban.
-¡En mi armario no están!- Grita Bea enfadada.

Su madre sube las escaleras, entra en el cuarto de su hija y se pone a rebuscar en su armario. La verdad es que tiene un armario enorme y tiene muchísima ropa.
En menos de un minuto su madre encuentra sus pantalones.

-¡Aquí están!- Grita su madre.- A ver su buscamos mejor, hija.

Bea sonríe y echa a su madre de su habitación a empujones.

-Voy a vestirme, mis amigas no tardarán.
-Vale hija, yo y papá nos vamos a comprar.
-Vale, mejor. Así tenemos la casa para nosotras.

Su madre sale de la habitación y grita desde el pasillo: -¡Pero no hagáis mucho ruido que tu hermano tiene que estudiar!



CAPITULO 8

Ángela y su familia salen del aeropuerto y llaman a un taxi. En menos de diez minutos llegan a su casa.
-¡Mamá, voy a la ducha!- Grita Ángela desde su habitación.
-Vale, ¡no tardes en salir!

Ángela se mete en el baño. Se desnuda rápidamente y entra en la ducha. Después de diez minutos sale, se desenreda el pelo y se seca el cuerpo.
A continuación sale del baño y se choca con su hermano.

-Por fin, me hacía pis.- Se queja éste.

Ángela entra en su habitación y cierra el pestillo.
Se pone música en su ipod mientras se viste. Suena Runaway Baby de Bruno Mars. Decide ponerse unos shorts vaqueros, una camiseta de tirantes de colores  y sus converse blancas.
Después se acerca al espejo, ahora suena en su ipod The heart never lies de Mcfly, otro de sus grupos favoritos. Se pone rímel en sus pestañas y  un poco de brillo en los labios. ¡Lista!
Coge los regalos para sus amigas y se los mete en el bolso, también coge su móvil, sus llaves y su monedero y lo guarda también en el bolso. Por último apaga la música y sale de su habitación. Son las seis de la tarde. Menos mal que no se ha hecho muy tarde.

-Mamá me voy.
-Vale hija, pásalo bien y no vuelvas muy tarde.

Ángela le da un beso a sus padres y sale disparada de su casa. Va al garaje a coger su moto y se dirige hacia la casa de Miriam rápidamente.
En cinco minutos llega a la casa de su amiga. Llama al timbre.

Miriam baja a toda prisa las escaleras pero en el último escalón se tropieza y se cae al suelo. Se levanta rápidamente, se ha hecho daño en la rodilla, pero no es para tanto. Abre la puerta y allí está su amiga.

-¡Angelaaaa!- Grita Miriam
-¡Holaaaaaaaaaa!

Las dos amigas se ponen a saltar y a abrazarse durante un buen rato.

-Voy a coger mi bolso y nos vamos a por Silvia y Bea.- Grita Miriam mientras sube corriendo las escaleras.

En menos de un minuto baja, coge a su amiga del brazo y salen corriendo de su casa. Las dos se suben en la moto de Ángela y van hacia la casa de Bea.



CAPITULO 9

Unos minutos antes, en casa de Bea…

Bea termina de arreglarse y llama a Silvia para que vaya a su casa.

-Silvia, cielo. Ven ya a mi casa que Miriam y Ángela no tardarán en llegar.
-Vale, ya voy.

Cinco minutos más tarde llega Silvia a su casa. Vive casi al lado de Bea.

Bea oye el timbre desde su habitación y baja a abrirle a su amiga. Las dos se sientan en el sofá a ver la tele.

-¿Cómo van los estudios?- Pregunta Bea.
-Bueno, bien. Mis padres no me dejan salir casi de casa. Me han dejado venir de milagro.
-Ya… tus padres son muy estrictos. Vamos a preparar algo para comer.

Las dos se dirigen hacia la cocina, abren paquetes de papas, cacahuetes y pipas, los ponen en platos y lo colocan en la mesa. Después sacan refrescos y vasos. En ese momento llaman al timbre. Seguro que son sus amigas.

Bea corre hacia la puerta y Silvia la sigue.
 En esos dos minutos siguientes no se oye nada más en la calle de Bea que los gritos de las chicas. Están muy emocionadas. Desde que habían terminado las clases no se habían vuelto a reunir todas juntas.

Las cuatro amigas entran en el salón y se sientan en el sofá. Están hablando durante unos minutos y entonces Ángela dice:

-Chicas, se me olvidaba daros los regalos.
Dicho eso, Ángela mete la mano en su bolso y saca tres pequeños sobres.
Sus amigas lo abren emocionadas.
-Alá, ¡que chuloo!- Grita Silvia.
-¡Sí!- Exclaman Miriam y Bea.

Al final Ángela les compró el collar que vio en aquella tienda donde conoció a Marco. El collar tiene un corazón que tiene inscrito justo en el centro la palabra: Italia.

Las chicas se ponen los collares y siguen hablando durante un buen rato mientras se comen los aperitivos que han preparado Silvia y Bea.

En la habitación de arriba…

Sergio no puede estudiar. Bea y sus amigas son unas escandalosas que no paran de gritar.
Además no ha parado de pensar en Ángela. Ha sido entrar su hermana en su habitación esta mañana, contarle que su amiga llegaba esta tarde y desde entonces ha estado pensando en ella. Entonces a Sergio se le pasa por la cabeza bajar abajo para verla. Pero claro, tendrá que poner alguna excusa.

Sergio se coloca delante del espejo, se peina un poco con las manos, baja las escaleras y observa a las chicas desde el último escalón. ‹‹Allá voy›› Se dice para sí mismo.




CAPITULO 10



Sergio se acerca hasta las chicas, que están ya jugando al just dance. En esos momentos están bailando Silvia y Bea. Miriam y Ángela están sentadas en el sofá.

-Bea, ¿puedes venir un momento?

Entonces todas observan al recién llegado. Incluso Ángela lo mira.
Sergio también la mira y al darse cuenta que ella lo está mirando, aparta la vista de ella y la centra en su hermana.

-Sí, claro- Responde Bea.

Los dos entran en la cocina. Entonces Miriam se levanta y se pone a ocupar el lugar de su amiga en el juego. Ángela se queda en el sofá pensativa. ‹‹Que guapo está›› piensa. Y se le escapa una sonrisa.

En la cocina…

-Bea, no hagáis tanto ruido, no puedo concentrarme.- Le regaña su hermano.
-Vale, lo siento. ¿No te sabes nada todavía?
-Sí, me lo sé ya, estoy repasando.- Miente Sergio.
-Vale, intentaremos no hacer mucho ruido.
-Está bien. ¿Les has dicho a tus amigas lo de la casa de la tía?
-No, no me he acordado. Ahora se lo comento.
-Vale, voy a seguir estudiando.

Que mal, Bea no se acordaba de eso. Si no se lo llega a recordar su hermano…
La tía de Bea y Sergio tiene una casa en la playa, y ésta se tiene que ir de viaje a Londres. Entonces le comentó a sus sobrinos que si querían quedarse en su casa de la playa durante tres semanas ellos y sus amigos.

‹‹Seguro que a sus amigas les parece bien. Un poco de juerga no estará mal. ›› Piensa Bea con una sonrisa en la cara.

Bea entra en el salón para reunirse con sus amigas.

-Chicas, ¿Qué os parece si esta noche os quedáis a dormir a mi casa? Tengo que comentaros una cosa muy importante…- Dice Bea desde la puerta.
-Vale, por mi bien. ¡Mmm que misteriosa, Bea!- Dice Ángela.
-Por mi también.- Grita Miriam.
Y a continuación se ríen las tres.

Entonces todas dirigen la mirada a Silvia, que sigue pensativa.

-No creo que mis padres me dejen…- Dice ésta muy triste.
-Venga Silvia. Déjame tu móvil, hablaré con tus padres.- Dice Bea.

Silvia le da su teléfono, Bea se mete en la cocina y llama a los padres de Silvia para explicárselo todo. Les cuenta también lo de las tres semanas en la casa de la playa de su tía. Sus padres no parecen muy convencidos, pero entonces Bea, les promete que si le dejan ir y quedarse esta noche a dormir a su casa, que Bea le dará repaso durante todo el verano a su hija y que hasta que no se lo sepa todo bien no la soltará. A sus padres esto les parece buena idea. Siempre han pensado que Bea era una buena influencia para su hija, porque saca muy buenas notas y es muy educada. Al final sus padres le dan permiso y Bea les da las gracias, está muy emocionada. Por último le pide a los padres de su amiga que no le cuenten nada de lo de la casa en la playa, que es una sorpresa. Los padres de su amiga asienten y se despiden de Bea.
Ésta cuelga el teléfono y se dirige hacia el salón. Sus amigas la miran. Están todas esperando su respuesta.

-Venga chicas, iros a casa a por las bolsas. Os quedáis todas a dormir a mi casa.

Las chicas empiezan a saltar de alegría. Entonces Bea le entrega el móvil a su amiga Silvia y le sonríe.

-No me puedo creer que los hayas convencido.- Le susurra Silvia a su amiga.
-Son fáciles de convencer.- Dice Bea.- Venga, ¡iros!



CAPITULO 11

A las ocho, Silvia se presenta en casa de Bea con las bolsas. Solo le ha costado diez minutos prepararse su bolsa y volver.
Al llegar a su casa sus padres la estaban esperando. Silvia les dio las gracias y subió corriendo a su cuarto a prepararse la bolsa. Al bajar las escaleras, su madre se despidió de ella dándole un beso y su padre la abrazó muy fuerte.

-Venga, papá… ¡Suéltame! Que no me voy a la mili, solo a casa de una amiga a dormir.

Su padre asiente y le dice:

-Pasarlo bien, y pórtate bien.

Su hija asintió y salió corriendo de su casa.
Que extraños son sus padres. Pueden estar súper enfadados y de repente ser los mejores padres del mundo.

Cuando llega a casa de Bea, es su hermano es quien le abre la puerta.

-Bea está en su cuarto, sube.- Le dice Sergio.
-Gracias.- Dice Silvia mientras sube las escaleras.

Sergio va a la cocina y se llena un vaso de coca cola. A ver si esto le despierta un poco. A continuación sube y llama a la habitación de su hermana.

-¿Qué pasa Sergio?- Le dice ella mientras su hermano abre la puerta.
-Papá y mamá vendrán tarde. Me han dicho que van a cenar en un restaurante con los padres de Ángela y que prepare yo la cena.

Los padres de Ángela y los de Bea son muy amigos, lo son desde que se conocieron sus hijas. Las madres se conocieron un día que llevaron a sus hijas a una excursión y desde entonces quedaron muchas veces para cenar.

-Ah, vale. Serás nuestro chef.
-No te emociones hermanita, que solo voy a poner las pizzas en el horno.
-Vale, ¿Cómo llevas historia?
-Regular. Me voy a seguir, llamarme cuando queráis que os prepare la cena.
-Vale.

En esos momentos suena el timbre.

-¿Puedes abrir, Sergio? Es que Silvia me está pintando las uñas de los pies y no puedo moverme.

Su hermano asiente. Baja las escaleras y abre la puerta. Entonces la ve. Tiene unos ojos azules preciosos y su largo pelo rubio ondulado, lo lleva recogido en una coleta. ‹‹Le queda genial›› piensa Sergio.

-Hola chicas, Bea está en su cuarto.- Consigue decir el chico.
-Vale, gracias.- Dice Miriam.

Ángela pasa por el lado de Sergio y le sonríe. Él le devuelve la sonrisa y cuando comprueba que las chicas ya han subido, el sube rápidamente y se encierra en su habitación a estudiar.

En la habitación de Sergio…

Sergio cada vez se siente peor. No hay manera. Se sabe solo un poco más de la mitad y son las nueve de la noche.
De repente le suena el móvil. Es un mensaje de Celia que dice: ‹‹Llevo fatal lo de mates… ¿Qué tal vas tú? Besos. ››
Sergio no tiene ganas de contestarle, su amiga es un poco pesada a veces. Últimamente con ella se siente un poco incomodo.

Entonces es cuando empieza a concentrarse mejor. Empieza a estudiar sin parar y a las nueve y media ya se lo sabe todo. Por la noche tendrá que repasárselo pero ha hecho un gran esfuerzo.
En ese momento alguien llama a la puerta.

-¿Si?
-Soy Bea.
-¿Qué pasa? ¿Queréis cenar ya?
-Sí, por favor.
-Vale, voy.

Dicho esto se vuelve a colocar delante del espejo y se vuelve a peinar. Después se echa un poco de colonia y sale de su habitación.


En el salón…

Las chicas están sentadas en el sofá hablando y cuando ven al hermano de Bea bajar por la escalera todas se callan. El se acerca a ellas y les dice:

-A ver… ¿Quién quiere pizza?
-Yo, yo- Responden todas a la vez, todas menos Ángela, que está muy callada.



CAPITULO 12

A Ángela le da mucha vergüenza estar delante de Sergio. Se siente incómoda después de lo que pasó en el cine aquella vez. Pero parece ser que va a ser él quien les prepare la cena esta noche, así que tendrá que aguantarse.

Mientras el hermano de Bea se dirige hacia la cocina para hacer las pizzas, las chicas se van al salón a ver la tele. Menos Bea que va a ayudar a su hermano.

-¿Cenarás con nosotras, Sergio?- Le pregunta Bea.
-No, cenaré en el salón viendo la tele y cuando termine me subiré a estudiar.
-Ah, vale. Como no te salga bien ese examen después de todo lo que has estudiado…
-Ya, espero que salga bien. (Si supiera)

Bea destapa las cajas donde están las pizzas congeladas y le pasa dos a su hermano para que las meta en el horno.
En 10 minutos sacan las dos primeras pizzas y a continuación ponen dos más.

-La de cuatro quesos para nosotras, que Silvia es vegetariana.
-Ah vale, yo me cogeré la barbacoa. No sabes lo que se pierde tu amiga.
-Jaja, ya lo sé. Se lo hemos dicho muchas veces…
-Venga Bea, pon la mesa para ti y tus amigas.
-Okey.

Bea entra en el comedor y deja cuatro vasos y cuatro servilletas sobre la mesa.
Su amiga Ángela la ve desde el salón y se dirige hacia ella.

-Bea, ¿te ayudo?
-Sí, please. ¿Puedes sacar la coca cola de la nevera?
-Claro.

Dicho esto, Ángela entra en la cocina. Pero no se acordaba de que estaba el hermano de Bea haciendo las pizzas.
Cuando él la ve, le sonríe. Ángela enrojece un poco. Le encanta su sonrisa. Tiene los dientes perfectos. Además huele tan bien, ‹‹ ¿Se habrá echado colonia? ›› piensa Ángela. ‹‹Es guapísimo.››

-Venía… a por… a por la coca cola.- Consigue decir Ángela.
-Ah, perfecto, pasa.

Ángela abre la nevera y saca la coca cola. El hermano de Bea la observa. ‹‹Es tan guapa›› se ha soltado la coleta y su pelo rubio y ondulado le cae sobre los hombros. Le gusta mucho la camiseta de colores que lleva. Y esos ojos, sus ojos son azules, muy claros, como el mar. No puede evitar sonreír cuando está cerca de ella, ‹‹parezco un imbécil›› piensa. Bueno, pero tiene que hacer algo, no puede quedarse ahí callado, cuando gira la cabeza otra vez hacia la chica, se da cuenta de que el cuchillo para cortar la pizza está delante de ella. Es una buena oportunidad para hablarse.

-¿Puedes pasarme ese cuchillo, Ángela?
-Claro.- dice la chica algo sorprendida.

Ángela coge el cuchillo y se lo da con cuidado para no hacerle daño, éste extiende su brazo con cuidado y entonces sus manos se tocan, están así unos segundos, unos segundos que parecen años. A los dos les gusta esa sensación, se sienten como si fueran las dos únicas personas en el mundo. Los dos enrojecen y bajan la mirada. Entonces Sergio consigue coger el cuchillo al fin y sonríe a Ángela. Ésta se está muriendo por dentro. Como le encantaría lanzarse sobre él y besarle, pero es el hermano de su mejor amiga…

Ella le devuelve la sonrisa y sale de la cocina.

Todas sus amigas la esperan sentadas alrededor de la mesa. Ella se sienta en la silla libre y deja la coca cola sobre la mesa. En esos momentos aparece Sergio en el comedor y deja los dos platos de pizza encima de la mesa, se vuelve, entra otra vez en la cocina y coge los dos platos que faltan. Deja uno de ellos sobre la mesa de las chicas y el otro se lo lleva él al salón.

El salón y el comedor están comunicados así que Ángela puede ver a Sergio de vez en cuando.

Durante la cena, las amigas se cuentan muchas cosas, como la noticia de que Héctor y Miriam van a verse en persona y Ángela cuenta gran parte de su viaje a Italia. Lo de Marco decide no contarlo porque Sergio está muy cerca y no quiere que lo oiga. Después en la habitación se lo contará a sus amigas.

Las chicas son muy lentas comiendo, no paran de hablar y reírse. Sergio ya se ha terminado su pizza y entra en el comedor. Se queda paralizado cuando ve que las chicas todavía no han empezado. Entonces Bea le pregunta a su hermano:

-¿Ya has terminado?
-Sí, he comido deprisa, tengo que estudiar más.- Dice el chico.
-Ah vale, estudia, que tienes que aprobar ese examen.- Le dice su hermana muy seria.
-Sí, voy a ello. No hagáis mucho ruido esta noche.
-Vale.- Responden las chicas.

Dicho esto Sergio se sube corriendo a su cuarto. Tiene que decirle a Ángela lo que siente. ‹‹Esta noche no››, se dice a sí mismo. Entonces se sienta delante de su escritorio, saca sus apuntes de historia y se pone a estudiar sin parar. Entonces recuerda el sms que le envió Celia por la tarde. Tiene que responderle, es su amiga.
‹‹Hola Celia, yo ya me lo sé bastante bien, ¿tú has conseguido aprenderte algo? Besos.››
Vale, así está bien. Lo lee por segunda vez y se lo envía a su amiga. 




CAPITULO 13


En casa de Celia…

Celia sale de la ducha y se encierra en su cuarto, son las diez y todavía le queda por repasar una página llena de formulas. Se pone el pijama, se desenreda el pelo, se lo seca un poco y se tumba en la cama. En ese momento oye un pitido. Es un sms, ‹‹De Sergio, por fin me ha respondido.›› piensa ésta.
Celia lee el mensaje dos o tres veces y decide contestarle: ‹‹A mí también me queda poco…Sergio, nos vemos mañana.››

Celia tiene que pasar a por su amigo por la mañana porque su coche está en el taller, entonces tiene que llevarle ella a hacer el examen. Tiene que levantarse una hora más temprano para llevar a su amigo, porque ella no tiene el examen hasta las nueve. Pero todo lo hace por él.
Sergio se ha convertido en su mejor amigo. Se conocieron el primer día en la universidad, y desde ese día, Celia se enamoró de él. Pero éste no sabe nada.

Celia se mira en el espejo, no se siente nada guapa, lleva aparato, aunque pronto se lo quitarán, y lleva gafas. Pero para salir siempre se pone lentillas. No le gusta nada su cara, se siente fea, piensa que nunca le gustará a Sergio, que éste siempre la verá como su amiga Celia la friki con… ¡Un grano!- Grita Celia con todas sus fuerzas.
Le ha salido un grano espantoso en su mejilla derecha. Ahora sí que se siente horrorosa.

Celia se dirige hacia la cama un poco desanimada, se tumba boca abajo y se pone a estudiarse la página que le falta.


En casa de Bea…

Sergio se siente un poco mal por no haberle contestado a su amiga antes, es una gran chica. Aunque no sea una belleza, le gusta. Siempre lo hace todo por él. Es una buena amiga, no le gustaría perderla, porque es de esas que ya no hay. Es especial, durante el curso, quedan muchos días para estudiar. Pero nunca se ha planteado que ella esté enamorada de él.
Le responde al último sms y se centra de nuevo en estudiar.

Abajo las chicas siguen hablando. Pero se han terminado ya las pizzas.

-Vamos a recoger esto y subimos a mi habitación a charlar.
-Vale.- Asienten las chicas.

Dicho esto, todas empiezan a colaborar. Meten los platos en el lavavajillas y tiran los restos de comida en la basura. En cinco minutos la mesa ha quedado impoluta y suben al cuarto de Bea.

Las chicas se ponen el pijama y se sientan en el suelo formando un círculo.
Empiezan hablando de Miriam y Héctor. A las chicas parece que les hace mucha ilusión que su amiga conozca por fin al chico del que tanto hablaba. Después es Bea quien toma la palabra.

-Chicas, aquí viene la sorpresa.
Sus amigas se acercan más a ella para poder oírla mejor y entonces Bea sigue hablando:
-Mi tía Lurdes se va de viaje a Londres durante tres semanas y nos ha dejado su casa de la playa a mí y a mi hermano. Pero lo mejor de todo es que podemos hacer lo que queramos, así que hemos hablado yo y Sergio y hemos decidido que invitaremos a nuestros amigos, porque la casa es gigante y cabremos…
Antes de que pueda terminar de hablar, Ángela la corta:
-¿Pero para cuando es?
-El miércoles podemos ir ya.
-¡Genial!- Grita Miriam.
-¡Sí!- Exclama Ángela.
-No creo que me dejen ir…- Dice Silvia un poco triste.
-Sí que te dejan baby, ya he hablado con tus padres.
Todas sus amigas se sorprenden al oír esto, pero la que más se sorprende es Silvia.
-Dios, ¿Cómo los has convencido?- Pregunta Silvia muy intrigada.
-Bueno, tendré que darte repaso todo el mes de agosto.- Dice Bea sonriendo.
-¡Eres extraordinaria!- Grita Silvia, y a continuación le da un gran abrazo a su amiga.

Ángela y Miriam se miran, sonríen y se unen al abrazo de sus amigas.

-Bueno chicas ¿vendréis o no?
-Claro, si me dejan…- Dice Miriam.
-Yo igual, creo que sí que me dejarán, porque como nuestros padres son amigos…- Dice Ángela.
-Bien, mañana me lo confirmáis.

Las chicas hablan de todo lo que ha pasado durante las últimas semanas de clase. Y después se desvían a otro tema.
-¡Os propongo un juego!- Dice Silvia.
-¡Sorpréndenos!- Exclama Bea.
Entonces, Silvia, la menor de las chicas toma la palabra y les explica a sus amigas en qué consiste el juego.
-A ver, se llama “El juego de los secretos.”
-Muy original.- Dice Miriam.
-Bueno, necesitamos bebida y vasos de chupitos.
-Vale, creo que hay dos botellas de vodka en el armario de la cocina, cogeremos una.
-Bien, pues el juego consiste en contar alguna cosa que alguna de nosotras no sabemos. Si te atreves y cuentas una historia, bebes un chupito, pero si no cuentas ningún secreto te quedarás sobria.
-Me parece bien, entonces, ¿la misión es emborracharse?- Pregunta Ángela con una sonrisa en la cara.
-Por supuesto, pero no hace falta que sean secretos, también pueden ser anécdotas o situaciones embarazosas. Depende de lo fuerte que sea la información, las amigas valorarán cuantos chupitos merece tomarse la que ha contado la noticia. Y por supuesto, no vale ser mentirosas.- Aclara Silvia.
-Vale chicas, vamos a jugar.- Grita Bea mientras sale de la habitación y va a por las cosas que necesitan.



CAPITULO 14

Sergio está tranquilo, ha estudiado lo suficiente para que el examen le salga bien. Además las chicas han estado bastante calladas durante un buen rato.

Debería irse a dormir, así por la mañana estará más despejado. Sale de su cuarto. Va vestido con unos pantalones de chándal de nike y una camiseta gris de tirantes. Tiene que ir a la cocina a beber agua y también al lavabo. Pero se arriesga a que lo vean las amigas de su hermana, así que decide no ponerse el pijama hasta que vuelva.

Sale de su habitación y baja las escaleras.
Cuando entra en la cocina ve a su hermana hurgando por los armarios de la cocina.

-¿Qué buscas, hermanita?
-mmm… Nada.- Dice Bea mientras cierra el armario que acababa de abrir de golpe.
-De acuerdo.
Bea observa a su hermano, ha abierto la nevera y se echa agua en un vaso. ¿Se lo cuenta o no se lo cuenta? Seguro que él puede ayudarla a encontrar la botella de vodka.

-Oye… Sergio…- Dice ésta muy bajito.
-¿Qué pasa?
-¿Sabes dónde están las botellas de alcohol?

Su hermano no se puede creer lo que le ha dicho su hermana. Pero le divierte verla tan tímida y vergonzosa con él.

-Y… ¿para que las queréis?- Pregunta Sergio para divertirse un poco.
-Pues… es que vamos a jugar a un juego y queremos jugar con alcohol para divertirnos más.
-Jaja- Suelta su hermano muy divertido.
-¿De qué te ríes? Te lo estoy diciendo en serio.- Dice Bea muy seria.- Como si tú no hubieras bebido nunca a mi edad. Tengo diecisiete años.
-Que sí, que sí… que lo decía para fastidiarte. Están en ese armario.- Le señala el chico.
-Vale, gracias.
-¿A qué vais a jugar?
-A un juego que nos ha dicho Silvia, se llama “el juego de los secretos.”
 -Vaya, ¡que original!

Su hermana se ríe al oír eso, es lo mismo que ha dicho Miriam al oír el nombre del juego.

-¿Puedo jugar?- Le pregunta su hermano con una sonrisa en la cara. Pero por supuesto que no va a jugar. Mañana tiene un examen.
-¿Cómo vas a jugar? ¿Estás loco? ¡Es una noche de chicas!- Grita su hermana alzando la voz.
-Venga no estés loca, hermanita. Sabes que no lo decía enserio.
-Ya lo sé. Vete a estudiar.- Le regaña Bea.
-Que sí, eres más pesada que mamá.

Dicho esto, Sergio se termina el agua, le da un beso a su hermana y sube las escaleras rápidamente. Se mete en el baño, se lava los dientes y vuelve a su habitación.

Cuando entra, se pone el pijama y se mete entre las sabanas. Tiene calor, pero las mantas no le molestan. Se lee sus apuntes una vez más y de repente se pone a pensar en el examen de mañana. ‹‹Me saldrá fatal, voy a suspender.›› piensa el chico mientras desliza la manta hacia sus pies. De repente, se ha puesto nervioso y se ha puesto a sudar al pensar en el día de mañana. Sergio es igual de listo que su hermana. Es la primera vez en toda la vida que ha suspendido un examen. Sus padres se sorprendieron mucho con la noticia, pero en la universidad es bastante normal suspender alguna asignatura para Julio.
Era la última semana de exámenes y Sergio estaba muy estresado. Tenía que hacer muchas cosas: trabajos, exposiciones, exámenes… llegó el día del examen de historia, y Sergio no estudió casi porque no tuvo tiempo, así que, suspendió. Se puso muy triste pero su madre lo animó diciéndole que es mucho mejor hacer el examen en Julio, porque así tienes la mente más despejada. Y la verdad es que su madre tiene razón.
Le ha costado concentrarse durante esa última semana, pero al final se lo ha aprendido todo.

Son las once de la noche, será mejor que se duerma pronto. Sino mañana no habrá quien lo levante.

Sergio deja sus apuntes encima de la mesita de noche y apaga la luz.
                                                                                  

En la habitación de Bea…

-Vale chicas, aquí está todo lo que necesitamos- Dice Bea mientras cruza la habitación y se sienta en el suelo al lado de Ángela.
-Venga, empecemos a jugar.- Dice Miriam con entusiasmo.

Sus amigas asienten. Bea se levanta y coge una botella de agua bacía que hay en su mesita.
-Para ver quien empieza primero.- Explica ella.

Las chicas asienten de nuevo. Bea deja la botella en el suelo y empieza a girarla.
Parece ser que la primera en contar un secreto será Miriam.



CAPITULO 15

Miriam lo piensa un poco antes de hablar y de repente suelta: Amo a Héctor, chicas. ¡Voy a por él!- Grita ésta.
-uuuuuuhhh.- Dicen sus amigas a coro.

Miriam se sonroja un poco y asiente.

-Me encanta, tenemos mucho en común.
-Me parece genial, Miri. Seguro que es una gran persona.- Le dice Ángela a su amiga.
Todas asienten y Silvia grita: ¡Bebe Miriam!
Y ésta le llena el vaso hasta arriba. Miriam lo coge y se lo bebe de un trago. Sus amigas le aplauden y entonces dice Miriam: -Vale, te toca Ángela. Vamos al sentido de las agujas del reloj.
Ángela asiente. En verdad tiene varios secretos que le gustaría comentarle a sus amigas. Se decanta por contar el lio con Marco.

-Está bien.- Empieza la chica.- Conocí a un chico en Italia.
Sus amigas se miran sorprendidas.
-Guaaaaaaaau, ¿Por qué no nos lo has contado antes?- Pregunta Silvia intrigada.
-Esperaba a que estuviéramos solas.- Se disculpa Ángela.
Bea la mira a los ojos y le dice a su amiga: - Venga, ¡cuéntanos!

Ángela asiente y les cuenta todo lo ocurrido. Primero les cuenta lo de la tienda, donde lo conoció. Después lo del intercambio de números de teléfono. Y por último, todo lo que ocurrió en aquella discoteca de Nápoles hace menos de una semana. Sin omitir ningún detalle.
Sus amigas la miran sorprendidas.

-¡Que ligona eres, Ángela!- Le grita Bea.
-¿Qué dices? Pero si solo he tenido un novio en mi vida.- se queja la chica.
-Ya… Mario…

Mario era un gilipollas, es lo único que recuerda de aquel tío. Le decía mucho que la quería, pero mientras salía con ella, éste se lió con Mercedes, una de sus enemigas del instituto. Pertenece al grupito de las princesas, se hacen llamar así. Las chicas no las soportan. Son unas creídas y unas orgullosas. Son cuatro: Mercedes, Luna, Esther y Marta. Y Mercedes es la que más mal les cae, es como la líder del grupo de las princesas. La típica rubia con ojos azules, muy alta y con el cuerpo que les encanta a todos los chicos. Bueno, el caso es que Ángela, al enterarse de que su novio le había puesto los cuernos lo dejó. Aunque le dolió mucho, porque Ángela le quería, le quería de verdad. Le costó muchísimo olvidarse de él.

-Bueno, ¿pero cómo era el chico? ¿Estaba bueno?- Le pregunta Miriam a su amiga.
-La verdad es que es guapísimo, pero…
-¿Qué?
-Nada, sigamos jugando.- Dice Ángela mientras se llena un vaso de vodka y se lo bebe al instante.

Sus amigas la miran y se sorprenden.

-Vale, me toca.- Dice Bea. Y ésta sin pensárselo ni un segundo más dice: -Me gusta Manu, uno de los amigos de mi hermano.
Las chicas la miran, les suena haber visto al chico ese alguna vez que han ido a casa de Bea. Es bastante guapo…

-¡Pues lánzate, Bea!- Le grita Silvia.
-Es que ya sabéis todas lo tímida que soy con los chicos.- Dice Bea un poco desanimada.

La verdad es que Bea tiene razón. Nunca ha tenido novio. Lo máximo que ha hecho es liarse con algún tío en la discoteca, pero también es verdad que siempre está un poco borracha cuando lo hace.

Ángela le da una palmadita en la espalda a su amiga y le dice:

-Tranqui, Bea. Ya planearemos algo para que os encontréis.

 Su amiga asiente no muy convencida y bebe del vaso que le ha llenado Silvia.

-Es tu turno, Silvia.- Señala Miriam.

Silvia asiente y empieza a contar su historia: -A ver, ¿recordáis el día del cumpleaños de Miriam?
Sus amigas asienten, hará menos de un mes de eso.

-Bien,- Continua Silvia- Pues cuando todas habíais salido a bailar a la pista yo… yo… ¡me lié con Pedro Fernández!- Dice ésta un poco avergonzada.
-¡¿Quééé?!- Gritan sus amigas todas a la vez muy sorprendidas.
-¿Por qué no nos contaste nada?- Pregunta Bea intrigada.
-Pues porque me daba muchísima vergüenza.

Tiene motivos para tener vergüenza. Pedro Fernández es el chico más feo de su clase, y seguramente del instituto entero.

-Me pilló en un momento de bajón. Me acababa de rechazar un tío, eso ya lo sabéis. Bueno, pues estaba un poco triste, entonces él me pidió que me liase con él esa noche.
-¡Dios!- Exclama Ángela.
-Me dio mucha pena, chicas. No sabía qué hacer. Nos alejamos de la pista y… y le besé. No me gusta recordarlo.
Sus amigas ríen.
-Y ¿cómo fue?- Pregunta Bea.
-Fue horrible, separé  mis labios de los suyos casi al instante. Me alejé de allí muy deprisa y me dirigí a la barra.
-Sí, recuerdo que esa noche estabas muy borracha.- Dice Ángela mientras intenta recordar aquel día.
-¡Ahora ya sabemos por qué se emborrachó!- Grita Miriam muy divertida.
-Ja, ja. ¡Qué graciosas!- Exclama Silvia mientras baja la cabeza. Está pasando mucha vergüenza, pero en eso consiste el juego.
-¡Creo que Silvia merece beber dos chupitos!- Grita Ángela.- ¡Ha soltado una buena!

Sus amigas asienten y obligan a Silvia a beberse los dos vasitos llenos de vodka.

Hacen cuatro rondas más. A la quinta ronda ya están todas un poco mareadas.

-Vale, Ángela. Te toca.- Le dice Miriam balbuceando.
-Está bien.- Asiente su amiga.

Le cuesta casi tres minutos pensar lo que decir. Duda si contar lo de su amor secreto por Sergio, pero no cree que sus amigas reaccionen muy bien. ‹‹Bueno, de cosas peores se han contado esa noche.›› piensa Ángela.
Entonces, tose varias veces para alargar más el momento. Y entonces dice:

-¡Me gusta el hermano de Bea!



CAPITULO 16

Las chicas no pueden creerse lo que acaban de oír.

-¿Te gusta mi hermano?- Pregunta Bea, que todavía está sorprendida.
-Sí, mucho.
Miriam y Silvia las miran muy atentas.
-Pero… ¿desde cuándo?- Le pregunta Bea.
-Desde hará casi un año. Estábamos en tu piscina en verano y fue entonces cuando me fijé el él un poco más.- Responde Ángela un poco avergonzada.
-¡No me lo puedo creer! ¡Esto no te lo perdono! No me dijiste nada.
-¡No nos dijiste nada!- Le corrige Silvia.
-Bueno, a ver, al principio no me gustaba mucho, osea, sí, pero fue el día que Sergio nos acompañó al cine el que me di cuenta que me gustaba de verdad.- Dice Ángela tartamudeando un poco.
-Pero… ¿Qué pasó ese día?- se interesa Miriam.
-Pues…

Ángela le cuanta detalladamente todo lo que ocurrió aquella tarde en el bar de al lado del cine a sus amigas. Ellas escuchan atentamente las palabras de Ángela. Les cuenta que la consoló, que le secó las lágrimas y que estuvieron toda la tarde hablando.
Observa a sus amigas, comprueba que la están mirando muy ansiosas. Quieren saber más.

-Bueno… y que… ¡casi nos besamos!

Bea no se lo puede creer. Su hermano no le ha contado nada de eso. Ya verá cuando lo pille. Le va a soltar un sermón, piensa ésta.

-¿Cómo que casi os besasteis?- Pregunta Miriam
-Pues eso, que casi nos besamos. Pero llegasteis vosotras.
-Jolín, ¡os cortamos el rollo!- Grita Silvia.

Todas las chicas se ríen, menos Ángela. Ésta está pensando en lo que hubiera podido pasar si sus amigas no hubieran aparecido en esos momentos en aquel bar. ¿Se habrían besado? Estaban muy juntos, seguro que si que se hubieran besado.

-Bueno,- dice Bea.- ¿Vas a decirle a mi hermano lo que sientes por él, cuñadita?

Todas vuelven a reírse, pero Ángela sigue sin encontrarle la gracia.

-No, ¿Cómo voy a decírselo? Estás loca.
-Pues se lo diré yo.- Dice Bea.
-Si se lo dices me enfadaré mucho contigo, Bea. Tu hermano me gusta mucho, y no sé a que le veis la gracia, la verdad.
Dicho esto, Ángela se echa a llorar.
-Pero no llores tonta. Que lo estamos diciendo de broma.
Todas se echan encima de Ángela y la abrazan.

-Siento haberlo ocultado durante tanto tiempo.
-No pasa nada.-Le dice Silvia.- Si te consuela piensa que yo besé a Pedro Fernández.

En este momento todas las chicas se echan a reír. Incluso Ángela, que ya ha dejado de llorar.
-Lo siento, soy una tonta, por llorar. Pero no he podido evitarlo.
-No pasa nada, preciosa.- La anima Bea.- Pero me encantaría averiguar si mi hermano siente algo por ti, Ángela.
Ángela la mira muy seria.
-No por favor, no le digas nada.
-Venga, seré muy discreta. No le diré que tú me lo has dicho. Me inventaré algo e intentaré sacárselo. Por favor, tengo mucha curiosidad.- Le suplica Bea a su amiga.
-Está bien, sé muy discreta.- Le dice al fin Ángela.

Bea muy contenta les dice a sus amigas: -¿Cuántos chupitos creéis que se merece Ángela por esta revelación?
-¡Yo creo que unos cuatro!- Exclama Silvia.
-Estoy de acuerdo.- Dice Miriam.
-Y yo.- Asiente Bea.

Las chicas le acercan cuatro vasos a su amiga.

-Vamos, ¡De golpe!

Ángela no está muy convencida, no sabe muy bien si eso es un premio o un castigo. Pero al final cede y se bebe los cuatro chupitos.

-Creo que podemos dar por concluido el juego.- Dice Bea.- Mis padres no tardarán en llegar.
-Sí, opino lo mismo.- Dice Silvia mientras se levanta del suelo.

Las cuatro chicas limpian el desorden rápidamente mientras Bea sale a la calle a tirar la botella vacía de vodka. Al final se la han bebido toda. Pero Bea es la que menos ha bebido. En una ocasión no se le ha ocurrido que contar y ha pasado su turno, así que solo ha bebido cuatro chupitos.

Cuando llega a la habitación ve que sus amigas lo han limpiado todo y han sacado el colchón que hay debajo de la cama de Bea. Están haciendo el recuento de marcadores.
Ha quedado así:
Bea, cuatro.
Silvia, seis.
Miriam, cinco.
Ángela, ocho.

-¡Tenemos una ganadora!- Grita Miriam mientras le levanta el brazo a Ángela a modo de victoria.

Pero la homenajeada no se siente muy bien en esos momentos y sale de la habitación disparada hacia el baño.



2 comentarios:

  1. ooooh me encanta como escribes! , yo tambien soy fan de los juegos del hambre...
    bueno volviendo con tu historia me encantado! me eh leido todos los capitulos que has subido , espero que subas pronto los proximos capitulos porque me estoy muriendo de la intriga!!!
    un besote grande, Lucia.

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    1. Jo, Lucia. Que mona :)
      Muchas gracias, esto me anima mucho a seguir escribiendo. Tengo ya muchos capítulos escritos pero me cuesta mucho subirlos por culpa del internet. Tienes twitter? Agregame: @myonlyloveyou

      Muchos besos, Paula.

      P.D: Gracias por todo de nuevo :)

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